Para garantizar la seguridad de sus empleados y poner a salvo la información confidencial o los bienes de valor, las empresas necesitan proteger sus instalaciones.

Por supuesto, a esto hay que sumarle el tener actualizada la seguridad cibernética, cada vez más importante y necesario. Pero en este artículo no abordaremos la seguridad y los peligros de Internet, sino que centraremos únicamente en la seguridad de las instalaciones.

Sin embargo, ante los innumerables sistemas de seguridad y soluciones estandarizadas que se comercializan, elegir el servicio acertado y a un precio ajustado puede resultar complicado. Con todo, hay consultores especialistas en el campo de la gestión de la seguridad, cuyo conocimiento del mercado y de todos los aspectos relevantes, vinculados directa o indirectamente a la seguridad, pueden garantizarnos la mejor protección personalizada y a unos precios ventajosos. El primer paso consiste en analizar los riesgos y necesidades de la empresa (que, lógicamente dependen enormemente de su actividad central) teniendo en cuenta los peligros inherentes al mercado, de los que el personal de la empresa no siempre está al corriente. ¿Cuáles son los principales riesgos? El robo (de propios o extraños), el vandalismo (si nos encontramos situados en una zona peligrosa), los incendios, el vertido de basuras o las ocupaciones ilegales deben ser estudiados de acuerdo con su importancia para darles la respuesta más acertada.

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Sólo el personal autorizado
Los sistemas de acceso permiten la entrada a las instalaciones (incluido el aparcamiento) a los empleados autorizados, evitando que visitantes inesperados se presenten sin previo aviso. En el mercado se comercializan distintos niveles de seguridad que van desde las acreditaciones personales o las contraseñas que garantizan la seguridad del acceso a las instalaciones, hasta dispositivos o tarjetas inteligentes, más complejos, que registran todos los movimientos y la hora a la que tienen lugar, controlando con eficacia las entradas y salidas del recinto. Las tarjetas inteligentes albergan una gran cantidad de información personal sobre los empleados, incluido el tiempo que permanecen en la cafetería de la empresa, las horas de entrada y salida, las zonas en las que tienen autorizada la entrada, etc.

Sistemas de alarma
Las opciones, que van desde los sensores de movimiento hasta los sistemas de alarma antirrobo conectados con un número de teléfono de emergencia, son muy diversas. Los sistemas de alarma pueden activarse al abrirse las puertas y ventanas, cuando se rompe un cristal, etc.

Las cámaras de vídeo presentan la doble ventaja de prevenir y disuadir, además de aportar pruebas en caso de producirse algún incidente. Sin embargo, la variedad de productos (óptica, alimentación eléctrica, batería, etc.) y precios es amplísima, lo que lo convierte en un galimatías para las personas no versadas en este campo. Los servicios, que también varían mucho, van desde las herramientas estáticas que se instalan en el interior de las viviendas hasta complejas cámaras que siguen los movimientos y están conectadas con un servicio de vigilancia profesional. Ahí es donde las recomendaciones de un especialista resultan impagables, ya que orientan a la empresa a través del laberinto de productos y prestaciones, además de asesorarla sobre cuál es el lugar óptimo para colocar los dispositivos y qué tipo de central de vigilancia es la más idónea.

Personal de seguridad
En los grandes recintos o empresas que registran un nivel de afluencia elevado (esto es, que están abiertas al público), quizás merezca la pena contratar vigilantes de seguridad. También aquí se presentan diversas opciones, entre ellas la subcontratación del servicio, la contratación de personal especializado o la formación del personal de que se dispone. El consultor especialista en este campo comprobará las titulaciones y permisos pertinentes, poniendo veto a aquellos profesionales que no cuenten con ellos.

La intervención de un especialista externo permite a las empresas obtener el nivel de protección adecuado sin apenas dedicar tiempo ni esfuerzo a la búsqueda del proveedor de servicios acertado y a un precio ajustado, al tiempo que obtienen un punto de vista “distinto”. Por ejemplo, los expertos en este campo conocen los dispositivos de seguridad que pueden repercutir positivamente en los costos de los seguros, además de encargarse de la documentación o los permisos necesarios para incorporar aparatos a los edificios; también pueden asesorar sobre cuestiones potencialmente controvertidas como son los aspectos legales de las grabaciones de imágenes o sonido, así como los derechos de los empleados en materia de protección de la intimidad. Los especialistas proporcionan los productos óptimos, los precios más ajustados y los mejores servicios, y se encargan de la instalación de los dispositivos, el asesoramiento jurídico, la formación del personal en materia de concienciación sobre la seguridad, el mantenimiento de los aparatos y la vigilancia por control remoto, liberando al máximo responsable de la empresa de tales tareas y permitiendo que los empleados se concentren en su actividad principal.